Después del mediodía, o quizás al mediodía en punto, varios hombres de negro que sonríen cómplices se abrazan y saludan de extrañas maneras, solo ellos saben que pronto cruzarán antiguas columnas que durante años han estado abiertas para los que han de conocer la luz.
Ellos son hombres libres, y así lo dejan saber a todos los que preguntan, su vestir de negro no es porque gusten eterno luto, ese negro representa respeto, educación, muchas veces profesionalidad y también cultura, aunque el vestir no es lo esencial, esencial es saber que todos son iguales, no hay razas, credos, o diferencias de culto ahí dentro, hombres libres y de buenas costumbres.
Hoy en la Logia Guáimaro tienen motivos de alegría, algunos de ellos pasarán en las próximas sesiones a formar parte del último paso, en una carrera que será para toda la vida, una vida de aprendizaje, de conocimiento, de ayuda al prójimo y poner el hombro, una vida entera puliendo una piedra bruta hasta convertirla en un perfecto bloque que encaje junto con todos los demás.
Los mayores enseñan, los más jóvenes aprenden, algunos llevan años, otros apenas unos meses, sin embargo, la camaradería y el respeto de percibe entre todos los presentes, al terminar la reunión, compartirán un buen vino, y las historias de la vida en sociedad, mientras preparan el próximo viaje a unas vacaciones que harán con las familias.
Los hombres que visten de negro no esconden secretos ocultos, no hacen magia o practican adoraciones a dioses raros, tampoco guían el mundo o dirigen pueblos, no se rinden ante dictaduras, o blasfeman mentiras, los hombres que visten de negro se acompañan en la vida, ayudan a sus hermanos, protegen a sus familias, ríen, se saludan y se abrazan de extrañas maneras mientras caminan juntos hacia las columnas de su Logia.
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